La
Revolución Francesa fue el cambio político más importante que se produjo en
Europa, a fines del siglo XVIII. No
fue sólo importante para Francia, sino que sirvió de ejemplo para otros países
, en donde se desataron conflictos
sociales similares, en contra de un régimen
anacrónico y opresor, como era la monarquía. Esta revolución significó el triunfo de un pueblo pobre,
oprimido y cansado de las injusticias, sobre los privilegios de la nobleza
feudal y del estado absolutista.
Durante el reinado de Luis XIV (1643-1715)
(foto), Francia se hallaba bajo el dominio
de una monarquía absolutista, el poder de rey y de la nobleza era la base de
este régimen, pero en realidad el estado se encontraba en una situación
económica bastante precaria, que se agravó por el mal gobierno de Luis XV
(bisnieto de Luis XIV), y que
tocó fondo durante el reinado de Luis XVI, gobernante bien intencionado, pero de
carácter débil, por lo que se lo llamaba el buen Luis.
El primer estado era la Iglesia; sumaba unas
120.000 personas, poseía el 10% de las berras de Francia y no pagaba impuestos.
Recibía de los campesinos el “diezmo”, es decirla décima parte del producto de
sus cosechas. Sólo la Iglesia podía legalizar casamientos, nacimientos, y
defunciones, y la educación estaba en sus manos.
El segundo estado era la nobleza, integrada
por unas 350.000personas. Dueños del 30 % de las tierras, los nobles estaban
eximidos de la mayoría de los impuestos y ocupaban todos los cargos públicos.
Los campesinos les pagaban tributo y sólo podían venderles sus cosechas a ellos.
Tenían tribunales propios, es decir que se juzgaban a sí mismos.
El tercer estado comprendía al 98% de la
población, y su composición era muy variada. Por un lado estaba la burguesía,
formada por los ricos financistas y banqueros que hacían negocios con el estado;
los artesanos, funcionarios menores y comerciantes. Por otra parte, existían
campesinos libres, muy pequeños propietarios, arrendatarios y jornaleros. El
proletariado urbano vivía de trabajos artesanales y tareas domésticas.
Finalmente estaban los siervos, que debían trabajo y obediencia a sus señores.
El tercer estado carecía de poder y decisión política, pero pagaba todos los
impuestos, hacia los peores trabajos y no tenía ningún derecho. La burguesía
necesitaba tener acceso al poder y manejar un estado centralizado que protegiera
e impulsara sus actividades económicas, tal como venia ocurriendo en Inglaterra.
Viendo la difícil situación económica que se asomaba, la nobleza exigió que se
llamara a Estados Generales, para el tratamiento de una ley de impuestos. La
monarquía prácticamente arruinada económicamente y sin el apoyo de gran parte de
la nobleza, estaba en la ruina.
Cuando se reunieron en los Estados Generales (1789), la situación de Francia
estaba sumamente comprometida, ya que el pueblo no soportaba más tan penosa
vida, y existía un gran descontento social. Como se dijo, las clases sociales existentes en
ese momento eran: la nobleza, el clero y la burguesía, pero al contar los votos
de la nobleza y del clero, que pertenecían a un estamento privilegiado,
superaban en número a la burguesía, y por lo tanto siempre se tomaban las
decisiones que a esta sector le convenía. Solucionado este sistema de conteo, el
tercer estamento (la burguesía) pudo tomar el control de la situación, y comenzó
a sesionar como Asamblea Nacional, y juraron solemnemente que ésta no se
disolvería hasta tanto no se logre conformar una Constitución Nacional.
En
14 de Julio de 1789, la burguesía se vio apoyada por un gran sector explotado
por la nobleza, los campesinos, que en medio de una agitada multitud
revolucionaria formada por hombres y mujeres, saturados de injusticias y de
hambre, se dirigen violentamente a la Bastilla, símbolo del régimen absolutista,
donde funcionaba como cárcel de los opositores al sistema de gobierno, y toman
la toman por la fuerza. Esta demostración atemorizó a los partidarios del
antiguo sistema, y sirvió para inclinar la balanza en favor de los
revolucionarios, desplazando así del poder a los nobles y partidarios del
absolutismo.
Paralelamente se produjo en las zonas rurales levantamientos de los
campesinos contra los señores feudales, lo cuales fueron asesinados, y sus
castillos saqueados e incendiados. A este movimiento social por la justicia y
fraternidad de los hombres en 1789, se lo conoce como el Gran Miedo.
La
Asamblea Nacional estaba formada por la burguesía, que inicialmente para luchar
contra la monarquía, lo hizo en forma unificada, pero en realidad la burguesía
no era una clase social homogénea, sino que estaba dividida en la alta burguesía
–banqueros, financistas, comerciantes, propietarios- y en la baja burguesía
formada por los profesionales (abogados y médicos), pequeños comerciantes y
dueños de talleres.
Cuando llegó el momento de decidir por la forma de gobierno, la alta burguesía
apoyó a los girondinos, oriundos de la provincia de La Gironda, que
querían llegar a un acuerdo con la monarquía e instaurar una monarquía
constitucional, es decir, tenía una actitud moderadora respecto a los cambios
políticos.
Por otro lado estaban los jacobinos, que tenían ideas más revolucionarias
y de cambios radicales, con tendencia a la instauración de una república
democrática, con derechos a la participación política y con la aplicación de
medidas más equitativas para la repartición de la riqueza y la lucha contra el
hambre popular. Dicho nombre proviene de que se reunían en asambleas, llamadas
clubes , en un convento ubicado sobre la calle San Jacobo.
Los diputados de la asamblea, decidieron eliminar los privilegios de la nobleza,
se les obligó a pagar impuestos y se eliminó el diezmo a la Iglesia. Pocos días
después la asamblea dicta la
Declaración de los Derechos del Hombre y el
Ciudadano, esta proclama se transformó en la síntesis de las ideas
revolucionarias, basadas en tres banderas:
igualdad,
fraternidad y libertad.